— Hija, cuidado con un resbalón.
— ¿Mamá, cómo así que un resbalón?
— ¡Ay, hija! Tú cuídate nomás…
Tres meses después…
— ¡Mamá! Estoy embarazada.
— ¿Ves? ¡Te dije que tuvieras cuidado con un resbalón!
Nuestra casa nació de un gesto pequeño, casi humilde, pero cargado de esperanza: la decisión de mi padre de comprar un terreno. Costó dosc...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario