La fiesta
era en la caseta del barrio.
Laura fue de las primeras en llegar y ubicarse cerca de la pista. Se cambió los
zapatos de tacón por unos tenis que llevaba en el bolso y pidió un trago.Pasadas las nueve llegó Manuel, un señor bajito, encorvado, un tanto mal encarado, el parejo que muchas esperaban. Caminó lentamente aproximándose a Laura, estiró su mano. Ella lo tomó del meñique y salieron a bailar.
Después de algunos segundos, Laura saltó sin control.
— ¡Ay!, ¡Ay!, gritó.
El grito fue tan fuerte que suspendieron la música y encendieron las luces, mientras ella descalza observaba salir del zapato izquierdo un alacrán.
Con un lagrimeo, finalizó la primera vez que Laura bailaba.
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