Ella dormía mientras los demás soldados se preparaban para asestar el mayor golpe en la historia de su país. Se habían distribuido en dos puntos estratégicos, aguardando el amanecer: unos cien en la frontera con Venezuela, y otros cincuenta en el Valle del Cauca.
A lo lejos, el presidente trinaba con desesperación, incapaz de tomar las riendas del país.
Aquella irresponsabilidad costaría la vida de miles de personas en un solo día.
Al día siguiente sus seguidores insistían en que era culpa del gobierno anterior.
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